La música es una fuerza en continua evolución, un mismo artista no es el mismo de un disco al siguiente y produce algo distinto en función de sus experiencias vitales, de los gustos del público en ese momento o de diversas influencias que reciba. En ningún otro género musical es este proceso más rápido que en lo que se ha dado en llamar “música alternativa”(también conocida como “Indie” o “moderneo”).
En cualquier otro género musical un artista es considerado como exitoso si logra grandes ventas (cada vez más difícil con el dramático descenso de la compra de discos físicos y sin que la venta virtual llegue a despegar del todo), o si es invitado a grandes festivales y sus canciones suenan en el mayor número de emisoras posible. El caso de la llamada “música alternativa” es paradójico, porque una vez que un tema o artista pasa al circuito generalista y empieza a hacer ruido en los medios, pierde automáticamente su carácter alternativo y pasa a ser (Atención al término, porque suena deliciosamente snob) “mainstream”. ¿Ejemplos? ¿Os suena una tal Lana del Rey? Pues bien, en 2011 no os hubiera sonado, y eso que su sencillo “Video games” ya había sido lanzado online y adaptado a la corriente indie. Otro ejemplo parecido es el de los muchachos de Vetusta Morla, que hace un par de años eran lo más, y ahora muchos de sus antiguos seguidores reniegan ahora de ellos, sencillamente porque los conoce (casi) todo el mundo.
Pero tener que ser minoritario para ser considerado “bueno” no es el único escollo que el artista al que se le ha etiquetado como alternativo tendrá que superar, ya que este género musical avanza rápido, y lo que ayer era vanguardista e innovador hoy suena manido y “ya se ha hecho”. Ningún otro seguidor musical acepta tan mal la repetición, o la influencia, en este sentido solo acepta el homenaje, y normalmente solo de forma suave e irónica. ¿Que quieres introducir un banjo y una botella de anís del mono en tu videoclip homenajeando los créditos finales de una película de Pajares y Esteso? Bien, estás en la onda. ¿Qué milagrosamente has conseguido que U2 te ceda los derechos de uno de sus temas más famosos para hacer una hermosa versión en forma de balada? Eres un vendido y ya no sabes hacer nada original.
Podría parecer que este género o movimiento es algo nuevo, y que la paradoja de que si algo le gusta a mucha gente pasa de ser bueno a ser vulgar, nada más lejos de la realidad. Lo que ahora llamamos “música clásica” era considerada como elevada o superior gracias a que solo un pequeño grupo de personas podía permitirse escucharla y apreciarla, bien en salones privados con cuartetos de cuerda o pequeñas composiciones de cámara, bien en palacios de la ópera donde el propio valor artístico de la música no recaía tanto en el cuidado y la armonía de la pieza, sino en que tan era accesible a una élite.
Pero como ser rico es complicado y cuesta trabajo (O no cuesta, pero viene de serie) y el siglo XXI es el siglo de la democratización del ocio para las masas por excelencia, ahora basta con que te guste algo que solo le gusta a poca gente.
Pero no temáis, puede parecer difícil triunfar si te consideras un artista indie, ya que tienes que conseguir un equilibrio entre ser mainstream y no morirte de hambre, pero si comprendéis bien a vuestro público objetivo, no tenéis motivo para asustaros. Y lo tenéis fácil, porque vuestros fans mayoritarios serán “Hipsters”, aunque no haya tribu urbana más difícil de contentar con un poco de trabajo te los puedes camelar sin problema. Unos consejitos:
1-Guitarra acústica o mezclas electrónicas. Si estás leyendo esto es que probablemente ya hay una nueva tendencia y esto ya está pasado de moda, pero hasta ahora lo más “in” eran un par de acordes con esa guitarra que tu abuelo te dejó en herencia, o meterte con la mesa de mezclas hasta sonar como un modem de los noventa.
2-Que no tengan que preguntaros cómo os llamáis. Esto es básico, el hipster tiene que reconocer que tu grupo o tu propuesta musical es alternativo con solo escuchar el nombre del grupo. Nada de “Mario y los barrileros” o “Lucía y su guitarra”, tu nombre tiene que ser chocante y enigmático, y con el mayor número de referencias culturales posibles. “Avecrem venenoso”, “Los Linsey Lohan” o “Darth Vader no era tu padre” son buenos ejemplos que me acabo de inventar.
3-Puedes ser conocido, pero no aquí. “Acabo de descubrir un grupo kazajo buenísimo que toca solo en las ferias de ganado de Asia Occidental” Da igual que hayas conseguido un disco de platino en Nueva Caledonia, en tu país tu nombre debe quedarse en el circuito alternativo.
4-Ser vintage. Tanto con tus sonidos como en tu estética. Si te hacen una entrevista que sea en un local con sofás de “eskay” y pósters de Marujita Díaz en las paredes.
5-Letras posmodernas. Referencias a acontecimientos culturales de los últimos 15 años a cholón, o a cosas así un poco casposillas. Todo imbuido en mucho vacío existencial y en historias de amor masoquistas y asexuales al mismo tiempo.
6-No te esfuerces demasiado. No puedes ser social o medioambientalmente comprometido. Tiene que parecer que no quieres tener éxito, ni ser famoso, que de hecho todo eso te desagrada horriblemente, aunque estés deseando que te salga un bolo más y así comprarte el último Mac y los auriculares más grandes del mercado.
7-Barba. Si eres chica las gafas de pasta son una opción segura, pero basta con una imagen lacia y lánguida. En general ayuda que parezca que te has puesto lo primero que se cayó del armario.
En fin, y si todavía tenéis alguna duda de qué tipo de personas serán tus seguidores, échale un vistazo al siguiente vídeo que lo define perfectamente. Espero que os ayude a ser los próximos Kings of Leon o los próximos MGMT.
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