La guerra entre gobierno, discográficas y entidades de gestión contra las “irregularidades” de la distribución libre de ciertos trabajos con propiedad intelectual es un hecho, vivimos inmersa en ella y queda todavía un gran recorrido que parece que tiene un final incierto.
La diferentes fuerzas legislativas de cada país (no todas) intentan absurdamente una y otra vez poner vallas al campo, o lo que es lo mismo, Internet, sin darse cuenta de que el origen mismo de la red de redes es que eso no ocurra.
Cada vez que de boca de un político, que normalmente sabe poco o anda bastante mal asesorado, sale un “vamos a evitar/censurar/PROHIBIR que se descargue tal contenido desde Internet” muere un gatito, mientras que el usuario medio de Internet (cada vez con más conocimiento) sigue descargándose todo tipo de contenido con un relaxing café en la mano.
Pero todos esos intentos por poner obstáculos al internauta son en vano y DRMs, cierre de portales mientras otros tantos abren, denuncias que quedan en nada (y si no quedan es saltándose a la torera algunos principios judiciales) y/o anuncios contra la “piratería” parecen más unas medidas de una industria que se ha quedado anquilosada en el pasado y que no ha sabido adaptarse, más que un sincero paso por acercarse a una realidad que dice que los consumidores buscan consumir de otra manera.
Hace poco escribí una artículo en el que hablaba que me siento como un pirata estúpido, que consumía contenido “pirata” y que si me gustaba, lo compraba de manera “legal” ya que de esa política de “No se admiten devoluciones” se aprovechaban muchas personas, vendiendo libros infumables con muy buen marketing o discos con más forraje que una cuadra.
¿Somos unos piratas al descargar cientos de canciones que probablemente nunca hubiéramos comprado o lo son ellos por vendernos un single “estrella” rodeado luego de un disco lamentable a sabiendas de que no vamos a poder pedir que nos devuelvan el dinero?
Sin duda la problemática de la propiedad intelectual en un entorno tan abierto como es Internet no se resuelve prohibiendo o censurando y sí buscando otras vías de distribución o acercamiento al consumidor, adaptando (facilidades de descarga, meritocracia, precios adaptados a lo digital, descuentos sociales…) algo tan delicado como la propiedad intelectual al usuario acostumbrado al todo gratis.
Primera imagen: felipeventurini
Segunda imagen.
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