Cuando Leonard Cohen… -¿Otra vez Leonard Cohen?, diréis. ¡Qué pestiño de mujer!- Sí, queridos, Leonard Cohen en tomas de desayuno, comida y cena, contestaré. Aclarado esto, retomamos. Cuando Leonard Cohen recogió en 2011 el Premio Príncipe de Asturias a las Letras hubo algo que me llamó poderosamente la atención. Durante todo su discurso de agradecimiento no diferenció ni por un momento su obra escrita de su música. Así que de alguna forma supongo que las letras de sus canciones son para él poemas a los que les ha puesto una melodía. Hijos del mismo parto creativo. Padres de una misma experiencia personal. Esto en principio no es algo extraordinario, aunque pocos escriban tan extraordinariamente como el Señor Cohen. De hecho, todas las artes se comunican entre ellas, se inspiran, generan ideas y expresan sensaciones parecidas que se plasman con diferentes lenguajes. Llámese literatura, llámese música.
La bibliografía al respecto es inabarcable, literalmente (o musicalmente, si me apuráis). No lo creeréis pero hay gente que se ha dedicado a hacer estudios, por ejemplo, de temas tan accesibles como la influencia de la música de Beethoven en la obra de Marcel Proust. No, en serio, leerse completo En Busca del Tiempo Perdido ya se merece un caso de estudio ¿De dónde saca las horas? En cualquier caso, ojo yo soy una profana, tampoco hay que darle mucho al seso para descubrir todo tipo de influencias musicales en la literatura, y viceversa. Así a bote pronto, David Bowie -ávido lector, todo sea dicho- hace un homenaje a Orwell con “1984” y “Big Brother” en el álbum Diamond Dogs. Bruce Springsteen y Rage Against The Machine interpretaron a Steinbeck y al personaje de Tom Joad, protagonista de Las Uvas de la Ira, en dos canciones que comparten el título de “The Ghost of Tom Joad”. The Cure reconocieron que les iba el rollito existencialista en “Killing an Arab” en relación al El Extranjero de Camus y más recientemente Franz Ferdinand se apoderaron de Ullyses, no tengo muy claro si del de Homero o del de Joyce; aunque diría que más del primero por aquello de You´ll never going home. La nota cañí la pone el irónico Javier Krahe que, en el álbum Querencias y Extravíos, hizo su particular homenaje a la novela más conocida de Kafka, y Radio Futura hizo del poema Annabel Lee de Edgar Allan Poe, toda una declaración de amor a su esposa fallecida, una canción como poco resultona.
Sí, ya hemos hablado de cómo la música afecta a la literatura y de cómo la literatura interviene en la música, sin embargo aún queda por definir un género dual que mezcla ambas disciplinas y que difícilmente se puede clasificar en alguna de ellas. Hablamos de las TALK SONGS. Seguramente es la primera vez que oís este concepto. Normal, me lo acabo de inventar descaradamente para hablar de esas canciones que no son canciones, son textos interpretados o leídos de corrido bajo una base musical que sirve como acompañamiento, para dramatizar o ayudar al oyente a meterse en lo que se está contando. Es la cuadratura del círculo. La panacea. Lo mejor de los dos mundos. Pantera rosa y Tigretón en un sólo bollo. Hay muchas, aunque por una cuestión de tiempo yo sólo me detendré en las más-más, las que harían llorar al tipo más duro y derrumbarse al crítico literario más leído.
James Yorkston el Woozy with cider
James Yorkston te marca un gol psicológico en Woozy with sider. Su habitual tono, pelín llorica, se convierte en un maravilloso mantra en la que un tipo confundido habla sobre la más absoluta soledad hasta que se levanta por la mañana y decide dejar de tomarse las cosas tan en serio para ser un poquito más cínico pero también más feliz. Los samplers repetitivos y la entrada de los instrumentos de cuerda en el momento preciso la hacen prácticamente perfecta. La escucharás si… Regresas a casa después de salir de un after a las 8 de la mañana, paseando solo y un poco congelado, vislumbrando que casi seguro hoy va ser un mal día.
En Losing Haringey la voz de The Clientele se levanta en una instrumentación de pop neo-clásico de manual, incluida pandereta y coros da-la-la. El estilo directo en esta pieza en la que un tipo se pasea por el norte de Londres un poco melancólico por una vivida ya pasada, pero no vivida, y por el paso del tiempo, arrasa con todo. Devastación. Pérdida. Resignación… y un poquito de bajón con un acento la mar de inglesazo. Lo escucharás si… Se acerca tu cumpleaños y te vas a pasear por el norte de Londres (bueno, vale, también vale El Retiro un día nublado).
Abel Hernández siempre se ha caracterizado por ser un letrista fetén, pero en el caso la Gurb song, Migala, el texto se lo debemos a Jesús Llorente, dueño de la discográfica Acuarela. Ay, basta decir que al escucharla es posible que se te rompan los cascos y se te fundan los plomos cuando el machacón órgano de fondo empiece a sonar. Amor sin cuartel, pero del de verdad, del que no se imagina, ni es platónico, ni mamandurrias varias. No sabemos quién es la destinataria a la que va dirigida la letra, pero basta decir que rompió el corazón de Jesús hasta límites insospechados. Lo escucharás si… Te han hecho pupita, pero sigues enamorado hasta las trancas. También si eres un romántico suicida.
Migala en Gurb song
Delafé y las flores azules hablaron de The revolution will not be televised hasta la saciedad y es que el estilo de Gil Scott Heron en esta canción deja huella. Música negra, ritmos de jazz y funk del bueno para un speech que hace temblar los pilares sociales sobre los que se sustenta el American Way of life. No en vano es el padre del spoken word y todas sus canciones denuncian basuras raciales, violencia y espíritu callejero a tope. ¡Temblad, malvados! Lo escucharás si… Ver el telediario te pudre la sangre, Wert te parece tonto de remate y necesitas que te pongan las pilas para despertar tu conciencia social.
Gil Scott Heron en The revolution will not be televised
Mil Dolores Pequeños es un grupo rock experimental que se lanzó a esto de las Talk Songs ni más ni menos que con las palabras del filósofo Antonio Escohotado. “De la piel para adentro empieza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera. Soy un estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país”. Sentirás fuerza al oírlo y envidia por no haberlo escrito tú antes. La música resulta como poco inquietante y por alguna extraña razón recuerda a Gotan Project, pero sin el toque electrónico. Lo escucharás si… necesitas una inyección de amor propio y eres de los que van a comprar libros a la Cuesta de Moyano.
También en castellano, y de este año, León Benavente (Abraham Boba) ha incluido en el álbum de debut del grupo la canción Ser Brigada. Guitarras hipnóticas y contundencia para una letra de una pareja que se enfrenta a todos los obstáculos y recorren juntos la península en trance. Resistencia armada y amada en un temazo que engancha a más no poder. Cuando la voz femenina empiece a contar se te habrán caído los calcetines. Lo escucharás si… Sientes fuego dentro y necesitas algo que inspire de verdad. Se recomienda ponerla a toda pastilla y dar saltos en la cama.
León Benavente en Ser Brigada
Terminamos con un clásico, como empezamos. El señor James Douglas Morrison es el responsable de A feast of friends. El poema es un lánguido lamento en el que Jim se queja de todo, un poco desganado por con esa voz sexy que nos hace suspirar. No deja títere con cabeza. La fama, la masa, el dinero… En fin, en general se respira ese sentimiento que siempre tuvo de que su reino no era de este mundo. Como curiosidad también comentar que A feast of friends era el título de un documental que produjeron The Doors sobre sus andanzas musicales. Posiblemente os suene la barbaridad que suena de fondo, sí, lo habéis identificado, es un cover castaña y hortera del Adagio de Albinoni. Lo escucharás si… Amas a The Doors por encima de todo.
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