Todo aquel que se mueve en ambientes innovadores, que conoce a gente con ese carácter inquieto y que esta al tanto de las tendencias, en lo que a tecnología y modelos de negocio se refiere, sabe que ignorar esos movimientos y aislarse del mundo es un suicidio profesional.
Tanto si eres un empresario de éxito como si andas dándole vueltas a la cabeza para evolucionar como profesional, sea cual sea tu ámbito, debes estar al tanto de que se cuece a tu alrededor.
Suele pasar que lo que tiene éxito en el mundo yankee lo adoptamos a los meses al otro lado de charco y es un mercado, con las diferencias de consumo y de uso que nos separan (un mundo), a vigilar para cualquier caza tendencias.
Ese caza tendencias, Coolhunting en el idioma del espía, digo de Obama, debe saber aprovechar esos movimientos que van adoptando los early adopters, valorarlos y tenerlos en cuenta para su carrera profesional.
Hace poco hemos escuchado que Facebook ha intentado la compra de Snapchat, una famosa app de mensajería en la que el mensaje se autodestruye a los segundos, nada menos que por 3.000 millones de dólares, oferta que su CEO a rechazado.
Esta app es famosísima entre los jóvenes americanos que comparten millones de fotos que a los segundos desaparecen, creando un hábito del “lo consumo y lo tiro” en el entorno digital.
Esa magia de lo efímero y lo exclusivo puede ser utilizada desde la música también.
Como siempre digo, el límite esta en nuestra imaginación y probablemente lo que se me pueda ocurrir como individuo queda lejos de lo que podría llegar a ser si pensáramos en comunidad, pero se me ocurren algunos ejemplos de uso de Snapchat par músicos 2.0.
Podríamos usarla para la promoción de nuestra música, puede parece contraproducente compartirla en una plataforma que no deja guardar nada pero, de esta manera, resurgiría el sentimiento de exclusividad que hemos perdido con la hiperconectividad y que teníamos cuando éramos los primeros en escuchar un single en el radiocasette del vecino o un vinilo llegado de Londres.
Poca gente que lo escucha (trendsetters), con repercusión en RRSS y creando expectación par un futuro lanzamiento.
Además es una manera, para los más defensores de la propiedad intelectual y enemigos de lo Creative Commons, de compartir nuestra música sin que pueda tener un “uso no autorizado” posterior.
Dos ejemplos, que pueden ser mil si exprimimos nuestra creatividad, de cómo debemos tener nuestra parabólica siempre activa y convertirnos en coolhunters a tiempo completo en pos de nuestra música.
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