Los números no fallan. La industria discográfica atraviesa la crisis más grave de su historia. En los últimos diez años la venta de álbumes ha caído un 80% y la de entradas de conciertos en cerca de un 30%. Sin embargo, en tiempos de crisis se agudiza el ingenio y surgen ideas brillantes que se convierten en adalid de nuevas formas de negocio. No sabemos a quién se le ocurrió sacar a las cándidas abuelitas de los cruceros por el Caribe y meter a miles de fanáticos musicales para disfrutar de conciertos exclusivos en medio del océano, pero el concepto es todo un éxito. Decenas de travesías temáticas a bordo de los mejores yates del mundo y carteles de “entradas agotadas” meses antes de que zarpen los buques.
El plan es este: un cartel inigualable, un escenario tan apetecible como Bahamas, siete cubiertas repletas de actuaciones, conciertos exclusivos, playas privadas y toneladas de diversión. Lo único que cambia es el público: amantes de las tachuelas y las camisetas negras, modernos con bigote en busca del grupo indie de la temporada, nostálgicos que reniegan de los nuevos acordes o entusiastas de los emuladores digitales y los sonidos enlatados. Todos tienen su hueco en alguno de los camarotes disponibles.
Los primeros en llenar todas las literas son los “cruceros de un artista”. Una banda reconocida organiza cuatro días de diversión con varios de sus mejores amigos a bordo y ofrece jornadas inolvidables con conciertos exclusivos. Es el caso del Weezer Cruise,que cuenta hasta con un fiestón en la playa de una isla privada para escuchar los mejores temas del cuarteto de Los Ángeles. Acompañándoles, Cat Power, Palma Violets, Bleached o Ash, entre otros colegas.
Otros que también llenan su buque son Genne Simmons y los suyos. El Kiss Kruise III embarca a la mítica banda junto a otros 11 grupos con fiestas temáticas a diario. Está la fiesta de las nacionalidades, la juerga setentera, la noche de los disfraces locos y, como no podía ser de otra forma, la celebración del Halloween más brutal que nadie haya vivido antes.
Para los más cañeros, dos embarcaciones imprescindibles son el Monsters of Rock Cruise y el 70,000 Tons of Metal. Con una isla privada y artistas de la talla de Tesla, Doro o Slaughter como principal reclamo, el primero también ofrece la posibilidad de conocer a los grupos antes de los conciertos. Por su parte, 70,000 Tons of Metal surca los mares en pleno de mes de enero y brinda la posibilidad de contratar sesiones privadas para cantar y menear las melenas con vuestras bandas favoritas.
Los nostálgicos pueden embarcarse también en el Simple Man Cruise VII de Lynyrd Skyny donde, aparte de disfrutar del mejor blues-rock en directo, pueden freír a preguntas a los de Florida y disfrutar con ellos de diferentes actividades a bordo del transatlántico. Otros buques, como el Rock Legends Cruise, tienen verdaderas joyas en su cartel, como Paul Rodgers o Foreigner, aunque habrá que esperar a 2015 para el próximo atraque.
Pero si lo que te gusta es la electrónica, tienes navíos como los del Groove Cruise, con diferentes eventos y recorridos a lo largo del año. Embarcas en Estados Unidos y atracas en México, disfrutas de los mejores DJs del panorama musical actual, puedes demostrar tus dotes frente a una mesa de mezclas y no paras de bailar durante cinco días.
Aquí os he dejado una mera muestra de lo que podéis encontrar si buscáis un poquito, porque cada freak musical tiene su crucero a medida. Husmead, comparar carteles y, si tenéis la posibilidad, no dudéis en vivir la experiencia
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